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CIRO_4Safe Creative #1207161978585

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· Tiempo estimado de lectura: 20 minutos ·



-Buscadores de búnkers-

La cuarta semana fue sin duda la mas dura. Nuestro viaje había empezado realmente bien, encontramos comida espacial en una extraña nave estrellada en un castillo, conocimos a Norte el caballo que nos sacó del desierto, surcamos un mar de arena en un coche con vela y aprendí un montón de cosas nuevas de la antigua Tierra, pero estábamos física y psíquicamente hundidos. No teníamos comida y nuestro amigo Nebil había muerto en manos de unos asaltantes, aquellos bandidos nos dejaron sin provisiones, sin techo y sin ganas de seguir.

Continuábamos nuestro camino al borde del río con pesados pasos y la vista en el suelo. Ya no teníamos comida espacial así que debíamos pescar para comer. Improvisé una caña con una cuerda que Adrián había encontrado, pero nuestra falta de ánimos se reflejaba en nuestra pesca y no conseguíamos mucho que echarnos a la boca. Tampoco era de gran ayuda la falta de techo, en ocasiones encontrábamos ruinas entre las que cobijarnos pero otras veces, a la intemperie, lo único que podíamos hacer era arrimarnos bien a Norte.


Con el paso de los días nuestras fuerzas desfallecían y Norte cargaba con nosotros cada vez con mas frecuencia. Él estaba bien alimentado, pues solo necesitaba hierba y agua y estábamos rodeados de ambas.

Llegó un momento en que yo apenas conservaba el sentido, iba tumbado boca abajo a lomos de Norte y lo único que veía era el suelo y las patas del caballo. Adrián estaba junto a mi en la misma posición, se incorporó, bebió y me hizo levantar la cabeza para beber, pero en ese momento Norte empezó a descender una pendiente demasiado inclinada, no pudo mantener el equilibrio con nosotros encima, nos caímos al suelo y rodamos metros y metros hasta el fondo de la pendiente.

- ¿ Estais bien ?- se escuchó la voz de Adrián entre unos arbustos.

- Sí...- respondí- creo.. aau qué leche...

Norte me empujó con el hocico animándome a levantarme.

- Tranquilo estoy bien, ahora me lebanto. Adrián ¿ necesitas ayuda ?

- No gracias Ciro... solo tengo que desengancharme de esta maldita ram...- de pronto se oyó un "crack" y la rama rompió - OOOOOOAAAAAAAAAA!!!!- y Adrián rodó veinte metros más colina abajo.

- Ja, ja, ja, ja- No me pude parar de reír hasta que se detubo, Adrián quedó tumbado boca arriba con los brazos en cruz y riendo también a carcajadas. Era la primera vez que reíamos en diez días y entre los golpes y las risas, de alguna manera, recuperamos fuerzas para seguir caminando.

Norte y yo bajábamos con cuidado hasta donde estaba Adrián, dando un pequeño rodeo para evitar caernos, y en el trayecto pude apreciar algo extraño en el horizonte.

- Adrián, desde aquí puedo ver algo.

- ¿ Qué es ?-, Adrían subió hasta donde yo estaba.

- Creo que es... otro castillo.- dije. - pero mas grande.

- Eso no es un castillo...- tras decir esto hizo una pausa y sonrió,- ...es una ciudad.

La colina acababa cien metros mas abajo y con ella acababa también la vegetación, a partir de allí una llanura desértica se extendía hasta el horizonte, y allí la ciudad.

Tras observarla durante unos segundos con la boca abierta, descendimos con ánimos renovados lo que quedaba de colina y cabalgamos hacia el horizonte a lomos de Norte.

A medida que nos aproximábamos crecían nuestra curiosidad y nerviosismo. Yo nunca había visto una ciudad, lo único que sabía era que eran grandes agrupaciones de viviendas muy complejas. Pero Adrián sí las conocía, había vivido en una. Todavía era muy pequeño y su recuerdo era muy vago pero su padre le contaba muchas historias de la antigua Tierra y sabía mucho de ellas. Por supuesto, todo lo que él sabía de las ciudades formaba parte del pasado. Cuando ya estábamos mas cerca, y se podía distinguir en qué estado se encontraba, volvimos a la realidad. Todo lo que habíamos visto hasta ahora estaba destrozado, la ciudad, por supuesto, también.

Entramos caminando despacio, mirando a nuestro alrededor asombrados por el tamaño de aquellas construcciones. Jamás me había imaginado algo así, las torres eran inmensas, mucho mas grandes que el castillo que habíamos visto y estaban hechas de metal y cristal. Estaban destrozadas, quemadas y con gran cantidad de cristales rotos. Las calles estaban inundadas de basura y chatarra y había multitud de coches empotrados unos contra otros. No había nadie, aquello era otro desierto, todo estaba en silencio. Plásticos y papeles rodaban por el viento y de las alcantarillas rezumaba un humo que olía a putrefacción.

Según nos adentrábamos el caos era cada vez mayor.

- Entremos aquí- dijo Adrián. - Es un supermercado, en la antigua Tierra venían a buscar provisiones a sitios como este.

- Está lleno de cosas- dije yo. - ¿ Todo esto es comida ?

- No todo, pero sí la mayoría. Coge un carro, llenaremos uno cada uno. Norte espéranos aquí.

Nos adentramos en aquel supermecado y nos separamos. Casi todo allí dentro era nuevo para mi, en cada frasco que cogía leía la etiqueta, los ingredientes, intentaba deducir qué era y si no lo conseguía lo dejaba donde estaba.

Me crucé con Adrián y él ya llevaba el carro lleno de cosas, corría por los pasillos del supermecado vaciando las estanterías como un loco.

- ¿ Qué es esto ?- le pregunté.- Aquí pone "patatas" pero en este paquete no parece que pueda haber patatas.

- Son patatas fritas, pruébalas, son muy buenas.

Lo abrí y me dispuse a coger una de esas patatas, cuando de repente una flecha me quitó el paquete de entre las manos y lo clavó en la pared.

Adrián y yo nos quedamos atónitos. Al otro lado del pasillo, al contraluz de la entrada del supermecado, vimos la figura de una chica bajita con un arco.

- No comáis nada de este super.- dijo mientras se acercaba. - Está todo contaminado.- continuó - Por lo visto una de las bombas cayó cerca de aquí y... bueno, todo esto está contaminado por la radiación. Sólo se puede comer lo que está en los búnkers o en la naturaleza, y como habréis podido comprobar, no hay naturaleza a bastantes kilómetros a la redonda.

- ¿ Quién eres ?- pregunté.

- Me llamo Agalia. Vivo en uno de los refugios de la ciudad.

- ¿ Refugios..? perdona... Yo soy Ciro y él es Adrián. ¿ Qué refugios son esos ?

- Debemos irnos, os lo contaré por el camino, hay demasiados piratas y es peligroso estar aquí.

- ¿ Piratas ? preguntó Adrián.

- Bandidos, asaltantes, ladrones, asesinos, llamadles como queráis.. pero son peligrosos.

- Lo sabemos...

Cuando empezó la gran guerra todo el que podía se empezó a construir un búnker en el que poder sobrevivir en caso de radiación. Se le llamó la era del búnker, durante varios años, fueras a donde fueras había búnkers en construcción. Al principio el gobierno construyó búnkers públicos pero las plazas eran muy limitadas y pronto se empezaron a construir por todas partes.

La gente de campo aguantó recluida hasta pasada la radiación y abandonaron sus búnkers con seguridad. Pero en la ciudad no gozaban de tanta paciencia. Muchos abandonaron el búnker antes de tiempo y fueron expuestos a la radiación, muchos otros salieron en buen momento pero consumieron productos de los supermecados, otros simplemente se fueron de la ciudad al salir. Pero todos ellos dejaron atrás un búnker con comida en buen estado.

La gente que habitaba los refugios que Agalia había mencionado eran gente de campo que iban de ciudad en ciudad buscando esos búnkers abandonados para alimentarse. Cuando llegaban a una ciudad se instalaban, construían un fuerte para defenderse de los piratas, pues todas las ciudades están infestadas, y se quedaban allí un tiempo haciendo expediciones diarias en busca de búnkers. Cuando se agotaban los búnkers abandonados de la ciudad partían en busca de otra.

Agalia nos llevó hasta su fuerte y nos invitó a pasar allí la noche. Norte se quedó en un corral en el que tenían otros tres caballos. El fuerte era enorme, estaba construido en un bloque de edificios medio derruido que habían rehecho con lo que habían encontrado. Allí vivían dieciséis personas y había dos refugios mas, en diferentes zonas de la ciudad, en los que vivían diez y doce personas respectivamente.

Cuando entramos a la estancia principal conocimos a algunos de los que allí habitaban. Cinco de ellos estaban sentados a la mesa comiendo y cuando nos vieron se apresuraron a habilitar dos sitios y dos platos para nosotros.

- Estos son Tango, Kaden, Obie, Sierra y Lata. Chicos, estos son Adrián y Ciro, me los encontré en el super a punto de comerse unas patatillas.

- Sentaos y comed - dijo Tango.- os aseguro que esto no os va a matar.

- ¡ Siempre que no cocine Lata, por supuesto !- Dijo Kaden desatando la carcajada de sus compañeros.

Fué una cena muy agradable, realmente necesitábamos aquello, conocer gente nueva, hablar, reinos.., y aquellas personas parecían de fiar.

Tras la cena ayudamos con algunas reparaciones que tenían que hacer en el fuerte. Durante la tarde unos piratas habían intentado entrar por la cara norte, no lo consiguieron pero hicieron algunos desperfectos.

Acompañé a Tango a la zona que había que reparar. Cargamos hasta allí con una gran chapa de metal que usaríamos como remiendo, la colocamos en el sitio, la apuntalamos con unas piezas de madera y nos dispusimos a fijarla. En uno de los laterales tenía un agujero alargado que aprovechamos para pasar unas cuerdas y unos alambres con los que la aseguramos a un lado de la pared, del otro lado no teníamos donde atarla.

- Ojalá tuviera un taladro - dijo Tango.

- ¿ Un taladro ? ¿ Qué es eso ?

- Es un aparato para hacer agujeros, tiene mas o menos esta forma.- Dijo mientras dibujaba la silueta en la arena del suelo.- Se coge por aquí y con esta parte puedes atravesar lo que quieras. Podríamos hacer aquí dos agujeros y sujetarla de este lado.

- Podemos utilizar aquellas dos vigas.- dije yo.

- ¿ Disculpa ?

- Aquellas dos vigas,- me expliqué - algún día fueron la sujeción del techo pero actualmente no sujetan nada, podemos retirarlas y colocarlas aquí, creo que son suficientemente largas como para que apoyen en aquellos dos extremos y podremos fijarlas con facilidad para reforzar la chapa.

- Veo que sabes de estructuras.- Dijo Tango.

- La verdad es que no, pero me gusta construir cosas.

Pedimos ayuda a dos personas mas para mover aquellas vigas y nos pusimos manos a la obra.

- ¿ Cuánto tiempo llevas buscando búnkers ?- Le pregunté a Tango.

- No lo se, ocho años, nueve... Mi mujer y yo vivíamos en una granja, cuando salimos del búnker decidimos quedarnos en nuestra casa, recuperar las tierras y criar nuevos animales. Trabajamos duro durante años y vivíamos felices sin tener apenas contacto con el resto de la civilización. En nuestra granja teníamos todo lo que necesitábamos. Pero un día... Unos piratas aparecieron en nuestra casa... Y tras cargar todas nuestras provisiones en su carro... mataron a mi mujer y quemaron la granja... No me quedó nada... Viví entre los escombros durante los siguientes días... Hasta que llegaron ellos.

- los buscadores de búnkers,- dije

- Por llamarnos de alguna manera... je.. Allí no me quedaba nada y su plan para buscar provisiones me pareció buena idea así que me uní a ellos.

- Lo siento.., si te sirve de algo nosotros también perdimos a alguien a manos de los piratas... Aun no hace mas de diez días...

- Yo también lo siento.- dijo Tango.

- ¿ No has pensado en volver a construir la granja ?- Le pregunté.

- No. No debo mirar hacia el pasado, debo avanzar y prosperar. Es lo que siempre decía mi mujer.

- ¿ De verdad ? ¿Esto es prosperar ?,¿ Esto es mirar al futuro ?, ¿ Cuanto tiempo crees que os va durar esto ?, ¿ Crees que siempre habrá búnkers llenos de comida ? Esto no es avanzar.

- Oye! ¿ Ye invito a comer a mi mesa y me hablas así !? Pero quién te crees que...

- Yo solo digo que...! Oye, oye, perdona... No pretendía faltarte al respeto... Solo pretendía... Oye... Adrián y yo viajamos en busca de gente, y en busca de un sitio donde podamos crear un hogar todos juntos... Y quisiera invitaros a que os unáis a nosotros.

- Muy amable,- respondió todavía muy serio,- pero mi respuesta sigue siendo no.

Acabamos las reparaciones y Agalia nos enseñó donde dormiríamos. Nos llevó al otro extremo del bloque, allí había un edificio que parecía casi entero. Dentro, infinidad de las paredes habían sido derribadas, todas las estancias eran espaciosas pero llenas de escombros, aunque en aquel momento no pude ver mas que lo que iluminaba mi antorcha pues ya había oscurecido. Subimos por unas escaleras que no parecían acabarse nunca y llegamos a un camino con dos largas paredes llenas de puertas.

- Estos son los dormitorios- dijo Agalia,- todos los del lado derecho están vacíos, podéis dormir en el que queráis.

Abrimos la primera puerta y Adrián gritó entusiasmado.

- ¿¡ Son camas !? no me lo puedo creer... son camas !! ja, ja !!

Adrian entró corriendo y saltó encima de una de esas "camas" sin dejar de reír y de gritar excitado.

- Ciro, hoy vas a dormir mejor de lo que has dormido nunca en tu vida, te lo aseguro...

Lo cierto es que dormí fatal..

Pasamos allí la noche y a la mañana siguiente, mientras desayunábamos y conocíamos al resto de la familia, nos invitaron a acompañarles a buscar provisiones. Tres días antes habían encontrado un búnker a cinco manzanas del refugio y habían estado vaciándolo desde entonces.

- Tendremos que despistar a los piratas- dijo Sierra que, por lo visto, era el estratega del grupo. - Usaremos carros de super para transportar las provisiones, hay uno justo enfrente, en tres carros nos cabrá todo pero usaremos seis. Tres serán un señuelo, estarán llenos de botellas de plástico vacías para que pesen poco. Lata ha localizado dos grupos de piratas entre el búnker y el fuerte, uno de ellos, el mas reducido, se encuentra aquí,- dijo esto mientras señalaba en un mapa. - son solo cinco, podemos reducirlos silenciosamente antes de pasar con el cargamento. Obie, tú y tus chicos os encargaréis. Kaden, Lleo, y Agalita seréis los señuelos, sois los mas rápidos. Saldréis primero y pasaréis por delante de las narices del otro grupo de bastardos con los carros falsos, cuando os persigan echáis a correr. Al fondo de la calle hay una pendiente de unos 200 metros, al llegar allí soltáis los carros y os desviáis por la calle de vuestra derecha, los piratas perseguirán la supuesta comida hasta el fondo de la calle mientras vosotros os ponéis a salvo. Creo que esto nos dará tiempo suficiente a los demás para sacar las provisiones por este lado del edificio sin incidentes. Eso es todo ¿ alguna duda ?

- Perdonad,- dije yo - no quisiera ofender a nadie... otra vez... y de verdad que me parece un buen plan pero.. ¿ no es un poco sencillo ? o sea... ¿ son tan tontos los piratas ?

- Ja, ja, - rió Agalia - son todavía mas tontos que eso. Saquean a los demás porque no serían capaces de encontrar un búnker aunque durmiesen sobre él cada noche, y si lo encontraran no sabrían abrirlo, tampoco saben pescar, ni cazar, ni hacer nada que no sea robar. Créeme, es un plan bastante seguro, ni siquiera corren mucho.

- De acuerdo, vamos allá.

Tango lideraba el grupo de nueve en el que íbamos Adrián y yo. Corriendo cerca de las paredes, por callejones azoteas y atravesando ruinas llegamos hasta el edificio donde estaba el búnker sin ser vistos. Los demás se desviaron para dar con el primer grupo de piratas y reducirlos.

Al llegar a la puerta Adrián y yo entramos con Tango, los otros seis fueron al super a buscar los carros y las botellas. Bajamos por una larga rampa de metal que daba a un cuarto sin ventanas con dos asientos y una estantería con libros. Tango empujó la estantería por uno de sus laterales descubriendo una gran puerta con un panel electrónico. Estaba entreabierta, pues ya llevaban varios días vaciándola, pero tenía curiosidad por saber como la habían abierto. Aun así no pregunté, era el momento menos adecuado.

- Adrián y yo iremos sacando las cosas- dijo Tango,- tu espera aquí por los demás, les ayudas a bajar los carros y los cargáis.

Esperé un par de minutos y escuché una voz llamar en la entrada, subí asta allí y vi a Agalia esperando con tres carros.

- Los demás están vaciando botellas, vete bajando estos carros que yo voy a buscar los otros tres.

Sé que debía haber bajado los carros uno a uno, pero pensé que podría bajar los tres a la vez. Con los carros enganchados entre si, empujé por el último y los fui llevando por la rampa. Todo iba bien hasta que el primero empezó a coger ventaja, se separó y corrió rampa abajo hasta dar contra la puerta del búnker, cerrándola y dejando atrapados a Tango y a Adrián.

- ¡ CIROOO !!! - gritaron los dos desde dentro.

- Lo siento.. lo siento.. lo siento.. los siento.. lo siento.. os sacaré de ahí.. encontraré la forma.. nooo.. no.. no.. maldita sea...

Las cerraduras de la puerta podían verse a simple vista en la ranura que dejaba con el marco y solo una de ellas estaba cerrada, de hecho una muy pequeña, la puerta no estaba sellada ni mucho menos. Aunque era pequeña romper aquella cerradura metálica no era tarea fácil sin la herramienta adecuada. Busqué y busqué por las habitaciones hasta que encontré en un cajón justo lo que necesitaba.

- ¡ Un taladro ! no me lo puedo creer.. ja, ja ! acabo de encontrar un taladro..!

Me acerqué con él a la cerradura lo puse delante y lo encendí. ¡¡BBOOOMM!! hubo una explosión y me caí de espaldas, parecía que el taladro había explotado. Me incorporé aturdido y pude comprobar que había funcionado a la perfección, había hecho el agujero en la cerradura y la puerta estaba abierta. Entonces salieron corriendo Tango y Adrián alarmados por el ruido.

- ¿¡ Qué ha pasado !?

- ¡ Ciro ¿ estás bien !?

- Sí, tranquilos, solo ha sido un susto- dije aun un poco atontado,- encontré un taladro..

..

Tango se quedó pálido cuando lo enseñé.

..

- ¿ A que es genial ?- añadí.

- No, no es genial..- dijo él.- Ciro eso no es un taladro... es una pistola... ¿ sabes lo que es?- preguntó mientras se acercaba a mi con exagerado cuidado para cogerla.

- ¿ una pistola ? no sé lo que es..

- Se usaba, entre otras cosas, para matar gente.

Entonces fui yo el que se quedó blanco. Había oído hablar de las armas, pero no sabía que aquello fuese un arma. Parecía... no se... un taladro.

Entonces llegaron los demás con los carros falsos.

- Disculpad que tardásemos tanto,- dijo Agalia, - es que Lleo se ha torcido un tobillo y no puede correr..

- ¡ Maldita sea !!- gritó Tango, - ¿¡ Qué mas puede pasar hoy !?- Miró de reojo hacia nosotros como si todo fuese culpa nuestra, lo cierto es que todo lo anterior había sido culpa mía pero en la torcedura de Lleo no había tenido nada que ver. - Bueno,- Dijo - yo iré en su lugar.

Salieron delante Agalia, Tango y Kaden con los carros llenos de botellas vacías tapadas con plásticos, nos asomamos y esperamos a ver a los bandidos. Al pasar el segundo callejón salieron tras ellos una horda de andrajosos, armados con cuchillos y trozos de metal y gritando como si cayeran al vacío. Salimos en la misma dirección pero nos desviamos inmediatamente en la primera calle a nuestra derecha y corrimos por la calle paralela con los carros, mientras Lleo, con el tobillo torcido, daba un rodeo para evitar conflictos. Corrimos hasta el final de la calle, allí debíamos encontrarnos con Agalia, Tango y Kaden. Durante todo el trayecto veía hacia el final esperando verlos aparecer, solo veía hacia el fondo mientras corría todo lo que podía... de repente mis compañeros gritaron y algo me arroyó brutalmente, aterricé a toda velocidad en aquél suelo de piedra negra y rodé varios metros... era un pirata... no lo había visto venir... caminaba hacia mi amenazante empuñando un machete... ¡ BBOOOMMM ! de nuevo aquel estruendoso sonido... y el pirata se desplomó ante mi. Tras él, el carro tumbado, las provisiones esparcidas por el suelo, y Tango sujetando la pistola con el brazo extendido.

Llegaron Kaden y Agalia y me ayudaron a levantarme, recogimos rápidamente lo que pudimos del suelo y corrimos al refugio con el botín. Las provisiones llegaron, pero el plan no salió ni mucho menos como debía. Aunque las únicas consecuencias fueron dos heridos leves, los ánimos estaban en general bastante bajos.

A mediodía le pedí a Agalia una hamaca para poder descansar un poco en condiciones, la caída me había dejado algo machacado y las camas no eran lo mío. A mitad de la siesta Tango me despertó.

- ¿ Ciro...?

- Eh..¿Si...?.. ah, hola Tango.

- Oh.. perdona.. ¿ te desperté ?

- A no.. tranquilo. Em... oye, gracias por... ya sabes..

- Olvídalo, lo cierto es que fue culpa mía. El plan no contemplaba la posibilidad de que alguno se quedase atr.. tenías toda la razón.- dijo de pronto cambiando de tema.

- ¿ Cómo ?

- Lo que me dijiste ayer, que esto no es avanzar, tenías razón. No estamos bien y nunca lo estaremos a este paso, hoy he tenido que matar a un hombre...! vivimos recluidos entre ruinas y... también es cierto... los búnkers no estarán llenos para siempre. No puedo seguir viviendo así y esta gente tampoco, quiero irme con vosotros tienes que ayudarme a convencer a los demás.

- Por supuesto.

Esa misma tarde los reunimos a todos y hablamos con ellos, fue fácil convencer a los de nuestro refugio, todos apoyaron la iniciativa sin pensarlo dos veces. Lo complicado fue convencer a los de los otros refugios, sobre todo a los mas mayores, pero en cuestión de tres días todos estaban empaquetando sus cosas.

Veintitrés hombres, quince mujeres, siete caballos y dos perros, partimos de aquella ciudad a la que nadie se había molestado en ponerle un nombre. parte de nuestra misión era encontrar gente con la que formar un hogar y lo habíamos hecho, solo teníamos que buscar donde construirlo y convencer a mas gente que encontrásemos por el camino.

- Lo sé Norte... - le dije acariciándole el pecho, -... a Nebil le hubiese gustado ver esto.


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